viernes, 18 de octubre de 2013

Ella.

Vaya, no creí jamás que volvería a hablar acerca de "Ella". ¿Qué no sabes quién es? No me sorprende, siempre me ha parecido irónico como ella puede ser tan conocida y a la vez pasar desapercibida por todos. Es algo único que no había visto antes en toda mi vida y es que jamás encontrarás a una persona como la que aquí describo.


Me gusta llamarla Elena y creo que a ella también le agradaba. Es un nombre que le queda bien ya que ella es una mujer despampanante, ningún hombre ni tampoco mujer se puede resistir una vez que Elena le ha puesto el ojo encima. Sí, estoy segura que ahora te lo estás preguntando así que te responderé: Elena es bisexual, ama a hombres y a mujeres por igual, sin tener ninguna predisposición por un género. Es más, algunas veces he quedado con ella, largas horas de alcohol y pastillas, de toqueteo y desenfreno. Parecía un sube y baja, un ida y vuelta donde jamás pudimos concretar.

Sinceramente no sabría decirte si la pasé bien o mal, a veces en mis noches más oscuras la recuerdo deseando haber tenido algo más allá que un simple vaivén. Pero lo importante ahora no es hablar de mi relación con Elena, sino de la de ella con Franco.

¿Quién es Franco? Él es mi ex-novio, quien me dejó por medio de una carta para irse con ella. No lo culpo, yo también en mi momento lo pensé, mas jamás tuve la valentía de dejarlo. ¿Cómo no irse con Elena? Después de que Franco estuvo con ella traté de acercarme y tuvimos algunos roces pero ya había perdido el interés en mí. 

No quiero desviarme demasiado de la historia por lo que volveré con Elena y Franco. Se conocieron en el hospital, sí. Un lugar peculiar de encuentro, ¿verdad? Pero una vez que conocías a Elena sabías que tenía sentido verla allí. Le hicieron una operación sencilla a Franco, nada de lo que tuviera que preocuparse demasiado aunque estuvo unos días internado. Era inevitable que mi ex-novio no se quedara embobado con Elena ni bien la vio, ¿quién no lo haría? Déjenme decirlo: ella es hermosa. Tiene algo que físicamente atrae a cualquiera aunque no sabría especificar qué. Personalmente a mi lo que más me gustaba (y me sigue gustando) eran sus ojos: negros como el abismo, era verlos y perderte en las tinieblas, incapaz de verte a ti mismo. Tenían un brillo peculiar que te llevaba a un tiempo remoto, era una mirada antigua y llena de experiencia, como si hubiera visto mil lunas. Franco en cambio me decía que amaba sus palabras, no su voz que de todas formas era suave y agradable a la escucha, sino esa habilidad innata de Elena de siempre saber qué decir. Ella había sido bendecida con el don de la palabra, su labia era terrible y poderosa, capaz de manipular hasta al más fuerte de los hombres.

Según palabras de Franco, ni bien la vio supo que ella era algo más que el resto. Yo no podía competir con ella, nadie era capaz de hacerlo. En serio, tengo que resaltar que Elena es una figura imponente y única que da un giro de 180º a tu vida si tienes la dicha (o desdicha, aún no sé como definirla) de conocerla.

Elena es todo rebeldía, todo extremo. La droga es el medio para comunicarte con ella, a la segunda calada ves todo más claro, el mundo gira a tus pies mientras vuelas en el aire y ella está ahí, firme y dirigiéndote la sonrisa más hermosa del mundo. Su dulce voz te cantaba lo que querías oír, canturreaba una nana a la vez que te mecía en sus brazos. Y te perdías en ella, te maravillabas en esa sensación de que todo iba a estar bien. 

Lo peor era el despertar, te veías de nuevo en la cruda realidad carente de color y un solo pensamiento ocupaba tu contrariada mente: Elena ya no está. Ella se desvanecía como el humo dejándote sólo un doloroso recuerdo. 

A diferencia mía, Franco no sabía como manejar su partida. La amaba demasiado y sufría al despertar sin tenerla a su lado. Si me preguntan, creo que Elena fue la persona más amada por mi ex-novio: jamás le vi sonreír tanto como lo hacía frente a ella. 

Él no quería dejarla y sé que lo perdí incluso antes de recibir esta carta que ahora tengo en mis manos. Franco prefirió aislarse del mundo real y oscuro, prefirió vivir la mayor parte del tiempo en brazos de Elena, tarareando como himno su dulce melodía. ¿Quién puede culparlo? No soy quien para juzgarlo, yo también pensé como mi amado algunas veces.

Y entonces un fresco veinticuatro de Abril encontré su carta. ¿Eh? ¿Qué pasó después con ellos dos? ¿Acaso me has prestado atención? ¡Él me dejó! ¡A mí y a todos! Espero que esté bien a donde sea que haya ido, sinceramente me gustaría saberlo.


Es una lástima que los muertos no puedan escribir.